miércoles, 30 de marzo de 2011
¿Por qué trabajar en el Sector Público?
Son las 6pm, Windows se está cerrando cuando de pronto aparece una voz diciendo: "el ministro acaba de llamar que necesita saber cuanto es el costo fiscal de bajar en x puntos tal impuesto. Lo necesita para mañana a primera hora, saca el datico y hazte una grafiquita que lo muestre, listo?
Simón Gaviria mandó un derecho de petición de veintipico preguntas sobre los contratos de estabilidad jurídica? hay plazo hasta mañana para responderlo, ok? También mandaron las correcciones y modificaciones del proyecto de ley del PND eso también lo quiere el director para mañana. Mejor dicho, esto como que se alargo. ¿Pedimos pizza?
¿Vieron que El Tiempo publicó que el DNP se fue en lastre contra el Metro? y el Ministro de Transporte respondió diciendo que los funcionarios de está institución y del Ministerio de Hacienda eran unos morrongos, remolones y vacas muertas, que estorban el desarrollo del país?".
Y si todo esto es así, para que correr el riesgo entonces de ganarse una gastritis con por tanto tinto, cigarrillo y coca cola, para que después de todo en el mejor de de los casos le terminen diciendo vaca muerta y en el peor pueda terminar demandado? - ¿Vale la pena realmente todo esto? - ¿Por qué el sector público entonces?
Para empezar por cosas banales si se quiere, las oficinas de las entidades públicas son horribles, viejas y poco acogedoras. Ubicadas en su mayoría en zonas inseguras del centro (por cierto, no ha habido un alcalde que se meta en el cuento de recuperar el centro de Bogotá), donde salir a altas horas de la noche se convierte en toda una osadía.
En cuanto al vínculo laboral, irónicamente siendo el gobierno quien promueve la formalidad y la calidad del empleo, cuando se trabaja en el sector público casi siempre se tendrá un vínculo contractual de prestación de servicios, el cual implica tener todas las obligaciones y desventajas de un contrato laboral pero no obtener ninguno de sus beneficios.
Además, el proceso para el pago de los honorarios mes a mes es absolutamente tortuoso. Hay que hacer informes, pagos de seguridad social, la firma del supervisor del contrato, copias, papeles. En fin, una burocracia realmente desgastante para acceder a un pago que a decir verdad es poco competitivo frente a un salario del sector privado.
Después de todo lo anterior, ¿qué incentivos quedan para quienes estudiamos, quienes nos queremos dar la pela y proponer soluciones para un país que tanto tiene por resolver? la respuesta no es nada fácil, más aún si no se quiere caer en un discurso de tarima sobre actuado de cualquier político en campaña.
La verdad es que nada tiene más impacto que el sector público, es allá donde se determina el rumbo del país, donde se dan las condiciones para crezca, se desarrolle o también si no se hacen las cosas bien, se estanque. Cuando uno trabaja en el sector público está intentando generar cambios, esta intentando construir futuro.
Hace un años la ley 100 amplió la cobertura en salud a cerca de 20 millones de personas en diez años. Asimismo las leyes 142 y 143 sobre la regulación de servicios públicos y el sector eléctrico respectivamente, dieron las bases para el acceso y la cobertura de servicios públicos básicos a todos los colombianos. Quienes se sentaron allí e hicieron éstas reformas, construyeron futuro.
Sin embargo, es triste ver tanta gente tan brillante que ha pasado por sector público y que ha terminado escribiendo columnas de opinión o artículos académicos criticándolo. Otros han migrando al sector privado a volverse tranquilamente capitalistas, optando por hacer algo más concreto por el país y de alguna manera más fácil: generar empleo y pagar impuestos. Son duros ejemplos de resignación.
El asunto no es que no haya gente buena, porque la hay. El punto está en que hay que generar las condiciones y los incentivos para traerla al sector público. Eso empezaría por darnos un gran desarrollo insitucional. Para lograrlo, el sector público debería volverse competitivo, un lugar atractivo en donde el capital humano de primera quisiera estar. Mientras eso no pase el ego y el amor al arte no serán razones suficientes para querer trabajar en el gobierno.
Estamos muy equivocados si creemos que el sector público es pura filantropía y que los mejores van a llegar allá en un gesto de altruismo ejemplar. Llegará uno que otro cuando en lugar de montar una fundación prefiera irse al sector público a ayudar a combatir la pobreza u a dirigir programas como Colombia Humanitaria. Pero no es de ellos de quienes estamos hablando, ni a los únicos que necesitamos. A ellos bienvenidos, les damos las gracias.
Por último aunque es claro que hay que crear los incentivos y mejorar las condiciones laborales en el sector público, hay que decir también que vale la pena darse la pela. Necesitamos gente que piense con generosidad, que quiera dirigir pero sobre todo que quiera hacer las cosas bien. Los retos son muchos y para lograrlos necesitamos a los mejores.
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Entretenida descripción de un contratista DNP. Los contratistas jóvenes como tú, se consideran mal pagos, mas aun cuando se hicieron inversiones en educaciòn superior que triplican el promedio que pagò cualquier cristiano por su carrera. Sin embargo, te aseguro que la evidencia muestra que ni estàn mal pagos y no lo hacemos por amor al arte. Que bueno serìa conocer los montos de algunos contratistas DNP o mejor aún cuantos de esos contratistas no tienen más contratos con el Estado. Ahh y los funcionarios de planta que tanto se quejan por los concursos injustos, tienen acceso a becas costosisisimas cuyos retornos sociales (no dudo de los personales) aún me generan dudas. El artículo es entretenido pero cae en lugares comunes que merecen m`s revisión. Valdría la pena revisar el sistema de carrera admisnitrativa en Colombia y hacer algunas recomendaciones de politica... sin embargo...
ResponderEliminarme gusta que hagas una crítica a situaciones pasadas, tienes razón en cuanto a que ocasionalmente conocemos la hora en que llegamos a trabajar, pero no aquella en que partiremos. Pero recuerda que gracias a esas compensaciones tiempo vs dinero, mucho de nosotros hemos logrado hacer realidad sueños tales como seguir estudiando o tener bebés. Tiene razón tu amigo en cuanto a que sería muy interesante hacer una evaluación objetiva en la que se compararan los ingresos entre un contratista privado y uno público.
ResponderEliminarLlegue aquí por el blog de Alejandro. Sinceramente creo que hay muchas ideas de Alejandro aquí, tal vez me equivoque.
ResponderEliminarPero lo del tiempo, no ocurre solo en el sector público, también en el privado, y mucho. Esto es un problema del mercado laboral colombiano, de la consigna ridícula de "trabajar, trabajar y trabajar". No del sector público
De hecho, creo que los funcionarios públicos trabajan en promedio mucho menos que los del s.privado. Me gustaría encontrar ese indicador, pero no se puede medir. Solo hablando con mis compañeros me doy cuenta que los funcionarios son relojeros por definición.
Otro punto es que no creo que "nada tenga más impacto que el sector público". Hay que reconocer a las cosas sus justas proporciones y no despreciar a los "tranquilos capitalistas", resignados…
Te recomiendo que releas la columna -Cortos de Vision- de Alejandro.
Saludos
Oscar, gracias por tus comentarios. NO s'e que ideas viste de Alejandro, ch'evere si me cuentas...no s'e que columna d eAlejandro habla sobre este tema puntual, y me parecer'ia aburrisidismo andar copiando ideas.
ResponderEliminarEL tema del impacto del sector p'ublico, aunque no es punto f'acil de exponer, a lo que me refer'ia era que en sector p'ublico se dan las condiciones las bases, el camino si se quiere para todo lo dem'as, se dicen cuales y cuantos imuestos se pagan, se impulsas y apoyan diferentes sectores de la econom'ia, de construye infraestructura, ect. Soy la primera en defender a los tr'aquilos capitalistas, pero es que a los pobres les toca muy duro si el estado no los ayuda dandoles buenas condiciones, ergo. buenas y estables reglas de juegos, bajos nivles de corrupuci'on e inseguridad facilidad en los tr'amites, etc.